Carta de un perro a su humano
(Guía práctica para humanos entusiastas de la confusión canina)
Hola, humano.
Soy yo, tu perro. Ese que siempre está contigo, te adora, pero empieza a sospechar que estás siguiendo un tutorial para hacerme la vida surrealista.
¿Quieres convertirme en una mezcla entre filósofo zen, gremlin nervioso y mueble?
Sigue leyendo.
1. Invierte fuerte en tonterías, pero lo de aprender… ya tal
Te has dejado:
-
80 € en un arnés con acolchado NASA
-
40 € en snacks ecológicos prensados a pata
-
25 € en un difusor con feromonas que huele a “spa de unicornio”
Pero lo de ir a un educador canino te parece «exagerado», porque con YouTube, TikTok y un curso online de 14,99 € ya lo apañas tú sin salir de casa.
Spoiler: no lo apañas.
2. Entrena una vez al mes y exige resultados olímpicos
Un mes sin hacer nada y hoy pretendes que me siente, me tumbe, me quede quieto y además lo haga con estilo.
Yo no sé si me estás hablando a mí o a la tostadora.
Tú insistes. Yo me tumbo… por desesperación.
3. Cántame las órdenes como si fueras reguetonero nervioso
“Sienta-sienta-sientaaaaa-SIÉNTATEEEE por el amor de Diosssss”
¿Eso era una orden, un grito o una crisis de fe?
Yo, mientras tanto, me pongo a oler una piedra para disimular la vergüenza ajena.
4. Haz señales místicas sin decir ni mu
Tú de pie.
Mirada fija.
Silencio.
¿Sentarme? ¿Hacerte café? ¿Llamar a emergencias?
Parece que estamos jugando al “Quién soy”, pero sin pistas.
5. Haz que venir a ti sea como pagar impuestos
“¡Ven!”
Yo pienso: ¿me das un premio?
Tú: ducha.
“¡Ven!”
Yo: ¿jugar?
Tú: cortarme las uñas.
Un día más tarde:
“¡Ven!”
Yo: desaparezco entre los arbustos como un ninja decepcionado.
6. Persígueme en chanclas y crea caos de alta comedia
Te robo la correa. Tú sales corriendo detrás de mí, chancla de dedo incluida.
A los dos metros, CLACK, se rompe.
Tú sigues descalzo, jurando.
Yo acelero, con mi botín en la boca y la dignidad intacta.
Parece que estamos grabando Humor Amarillo: Versión Perruna.
7. Escucha al educador con un ojo… y con el otro ve TikToks
El educador te habla de señales de calma y autocontrol.
Tú: viendo un reel de un bulldog en patinete.
Luego preguntas por qué me como las cortinas.
Pues por eso, Rosa. Por eso.
8. Dame collejas cuando estoy bien, y déjame suelto cuando estoy poseído
Estoy tranquilo = me das una colleja sonora tipo tapa de cacerola.
Estoy a punto de morder una bici = “vaaa, si no pasa ná”.
Humanamente incoherente.
Perramente devastador.
9. Compárame con otros perros para hundirme emocionalmente
“El del parque se queda solo 6 horas y ni se inmuta.”
“El de mi hermana hace la croqueta en tres idiomas.”
Yo mientras tanto me como una piedra.
Porque ya me da igual todo.
10. Lleva los premios en una caja fuerte
No hay quien te gane a organización.
Llevas los premios en un tupper.
Dentro de otro tupper.
Dentro de una bolsa zip.
Cuando por fin vas a premiarme,
yo ya he sacado el pasaporte y he pedido asilo debajo de un banco.
“¡Es que ya se ha hecho mayor! Por fin ha madurado…”
Claro, claro.
🎉 Epílogo para humanos con ilusión y poca constancia
¿Conclusión?
No es que yo sea desobediente.
Ni cabezón.
Ni “especialito”.
Es que tú estás improvisando fuerte.
Pero no pasa nada, yo te quiero igual.
Solo que… si seguimos así, lo mismo la próxima vez me como el router o al bichón del vecino.
Pero no pasa nada, soy súper mono.
Y si por algún casual has ido a un educador…
Y por alguna razón le has hecho caso…
Y yo acabo bien educado, feliz y sin perder la chaveta…
Atribúyelo a la madurez, claro.
🐶 Conclusiones de Un Perro Implicado
Desde Un Perro Implicado no te juzgamos.
Observamos. Pero no juzgamos.
(Al menos no en voz alta).
Si has llegado hasta aquí sin sentirte 100% aludido…
¡Enhorabuena! Probablemente tu perro es bastante feliz.
Y si te has reído, te has picado, o has pensado “madre mía, soy yo”, también enhorabuena:
Eso significa que aún tienes arreglo.
Desde Un Perro Implicado estamos para ayudarte a que tu perro no necesite redactar otra carta como esta.
Y si ya lo ha hecho… aún estás a tiempo de que no escriba la segunda parte desde casa de tu madre, junto a tu cactus y tu robot aspirador.
Nos leemos pronto.
Y recuerda: si tu perro te mira raro… igual eres tú.